Nissan GT-R contra Jaguar XKR y BMW M6: Asalto a la fortaleza
Nissan GT-R contra Jaguar XKR y BMW M6: Asalto a la fortalezaCuando llevo varios kilómetros de prueba con el GT-R, sobre un tramo de montaña muy sinuoso y de buen asfalto, noto de repente cierto cansancio. Entre curva y curva, chequeo el impresionante panel informativo que me ofrece el último superdeportivo japonés y me doy cuenta de que el ritmo al que estoy rodando es muy superior al que me parecía. Esta engañosa sensación sintetiza muy bien la característica principal del Nissan: una eficacia sorprendente. Improvisar trayectorias, apurar las frenadas, aprovechar aceleraciones fulgurantes... todo se hace muy fácil, pero obliga a dedicar mucha atención y, al cabo de un tiempo, notamos la tensión que requiere esta máquina de precisión con ruedas. El sistema de tracción integral Attesa E-TS que reparte de forma libre la fuerza del motor entre los dos ejes, la caja de cambios GR6 de doble embrague programable, el chasis con suspensión electrónica adaptable y un sobrado equipo de frenos Brembo colman las pretensiones de cualquier conductor que busque, ante todo, eficacia deportiva incluso a costa, en ocasiones, de restar las sensaciones clásicas que se experimentan en un GT.Esta vez hemos querido escoltar al recién llegado a nuestro mercado por dos auténticos aristócratas del automovilismo deportivo europeo. El comportamiento del Jaguar XKR y del BMW M6 no es tan ‘científico’ como el del heredero de aquel Skyline GT-R que nos embelesaba a distancia en los 70. En el británico disfrutamos de una depurada sensación de conducción, siempre bajo nuestro control y con unas suspensiones pilotadas CATS bastante más confortables que las del Nissan en todo tipo de carreteras.
Distancias cortas
Cuando vamos aumentando el ritmo con el Jaguar, se nota enseguida su mayor peso que, dinámicamente le pone límites antes que a sus rivales y castiga más los frenos. Con 1.830 kilos de peso, la versión Coupé es un poco más ligera que esta Convertible, pero sigue siendo de los tres en el que más se nota el peso del coche en las distancias cortas, es decir, en la montaña o en un circuito. El comportamiento del M6 es, de los tres, el que más se parece al de un coche ‘normal, es decir, a una berlina. A cualquiera nos imponen estas potencias superiores a los 500 caballos aunque, en el caso del M6, resulta desconcertante la facilidad de conducción que toda su dotación electrónica nos ofrece para dominar su potencia sin sobresaltos. Además, como todo en el BMW es milimétricamente programable, podemos ir haciendo a nuestra voluntad un M6 más y más deportivo hasta llegar a sus límites, o a los nuestros.
Esta facilidad general que nos brinda el M6 permite aprovechar muy bien su enorme potencia, hasta que los frenos, no tan resistentes como los del más radical GT-R, comienzan a perder potencia, aconsejándonos que volvamos a una conducción más suave. Pero cuando sucede esto, el BMW ya ha mostrado unas garras bien afiladas, con una dosis mayor de ‘mala leche’ en sus modales que el siempre educado Jaguar.
En comparación a los anteriores, el GT-R nos depara más sensaciones ‘de carreras’. Su chasis resulta bastante más rígido de reacciones y las suspensiones, a pesar de la regulación, son claramente más secas que las del BMW o, no digamos, el Jaguar. Más estricto a la hora de obedecer nuestras órdenes, el Nissan es también, como buen guerrero, más ascético en su comodidad de marcha. Aunque hay que decir que, sin ser tan exquisito como sus rivales, consigue un compromiso sorprendente dada su eficacia dinámica, permitiendo largas etapas sin que nos pase factura en riñones o espalda.
Concierto sinfónico
Seguramente, el principal atractivo de esta comparativa se establece al enfrentar unas mecánicas tan soberbias y diferentes entre sí. El nuevo motor VR38 DETT del GT-R, sobrealimentado por dos turbos IHI, ha conseguido ofrecer unas prestaciones punteras –Nissan presume sin disimulo de su nuevo récord obtenido en Nürburgring– pero con la suavidad y progresividad dignas de un motor de mayor cubicaje y más cilindros. A pesar de disponer de una potencia ligeramente inferior, su excelente aerodinámica y su transmisión, con una caja de cambios de doble embrague ultrarrápida y tracción total, le conceden una clara ventaja frente al 'crono'. Sin limitaciones electrónicas, su velocidad punta lo sitúan entre los GT más drásticos.
Al Jaguar le ha venido muy bien la profunda revisión realizada a su V8 comprimido, por la cual ha aumentado su cilindrada, su potencia, sus prestaciones y, en cambio, ha mantenido el mismo consumo homologado gracias a su precisa distribución variable. Con una elasticidad que le da al acelerar un tacto de terciopelo, el V8 empuja desde muy abajo, pero no se estira hasta los regímenes del V10 BMW o, sobre todo, a los del fulgurante V6 Nissan. A la hora de las mediciones, y aunque las sensaciones de aceleración son impresionantes, el Jaguar pierde algunas décimas de segundo frente a sus rivales a causa del cambio, cuyo convertidor de par no consigue la misma rapidez de los automatismos de sus rivales.
En el BMW, estamos con seguridad frente a uno de los mejores motores jamás construidos. Su equilibrado es perfecto así como su rendimiento. La enorme potencia fluye con asombrosa suavidad y podemos dosificar caballo a caballo todo su poder gracias a sus avanzados sistemas de gestión.
Estilos definidos
El elegante Jaguar busca el refinamiento privado para dos, el Nissan está destinado a los fanáticos del deporte sobre ruedas y el BMW ofrece unas prestaciones de nivel máximo con la completa versatilidad de una gran berlina. Tú eliges.
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