La carrocería de esta versión tiene algunos detalles que permiten diferenciarla de la menos potente. Las piezas que van tras las puertas (Audi las llama «sideblades») es más ancha; también cambian las rejillas que hay en las entradas y salidas de ventilación del motor. Además, los faros son de diodos (LEDs), un elemento que es opcional en el menor potente, y los pilotos están oscurecidos. Las salidas de escape son ovaladas y hay dos en vez de las cuatro.
Cuesta 157.900 €, unos 35.000 € más que la versión de 420 CV. Como ésta, se puede optar por un cambio manual o uno automático «R-Tronic», los dos de siete velocidades, y siempre en combinación con un sistema de tracción total.
El Audi R8 5.2 FSI quattro acelera de 0 a 100 km/h en 3,9 s (la versión con cambio «R-Tronic» acelera de 0 a 200 km/h en 12,0 s) y alcanza 316 km/h. El Audi R8 4.2 FSI quattro necesita 4,6 s y alcanza 301 km/h. El consumo medio homologado es 13,7 l/100 km, 0,1 l/100 km más que la versión de 420 CV.
Los frenos son de disco, ventilados y perforados, en las cuatro ruedas. Las pinzas delanteras tienen ocho pistones y las traseras cuatro. Opcionalmente puede llevar frenos cerámicos que, en conjunto, pesan 9 kg menos que los de acero y tienen una vida aproximada de 300.000 km.
Los neumáticos son de medidas 235/35 (delante) y 295/30 (detrás). Van montados en unas llantas de 19” de diseño específico para esta versión.
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